“Aironianos”
Autora: Nabila Mahayub
Nuestra salida de la Tierra en la nave que íbamos pilotando Joe y yo fue perfecta, todo de acuerdo con las normas. Nos dirigíamos al planeta Norton, y nuestro trayecto duraba cinco días. Ya íbamos por el segundo.
Al cuarto día, iba todo bien, pero cuando el ordenador detectó un fallo en la nave, tuvimos que aterrizar en el planeta Airon urgentemente.
Cuando ya estábamos casi aterrizando, el ordenador indicaba que la nave se autodestruiría en poco tiempo y Joe y yo cogimos toda la comida, el oxígeno y todas las cosas importantes de la nave. Nada más aterrizar, salimos corriendo y pusimos la nave en automático para que se fuese retirando de Airon. Cuando ya estaba lo suficientemente lejos del planeta, explotó. Fue impresionante.
Descripción del planeta:
El planeta donde aterrizamos era similar a la Tierra, pero no se veía nada de agua. Todo era arena y piedras. Nosotros todavía llevábamos el traje de astronauta, respirando el oxígeno de las bombonas, ya que no estábamos seguros de si el aire se podía respirar o no.
Era mediodía. Nuestros relojes marcaban la una. Este planeta se parecía mucho a la Tierra, también en la hora. Es de nuestro sistema solar, pero es más desértico. El tiempo del día y de la noche también era similar al de nuestro planeta. Parecía otoño. No hacía ni mucho frío ni mucho calor.
Pudimos recuperar algunas cosas de la nave: algunos medicamentos, comida, agua para algunos días, una tienda de campaña bastante grande, un ordenador con una batería que duraría un mes y algunas cosas más.
En primer lugar tuvimos que buscar un sitio cercano donde poner la tienda de campaña, porque con todas las provisiones que teníamos, no podíamos caminar mucho, así que decidimos ponerla a unos cien metros de allí, al lado de una montaña no muy grande y enfrente, una superficie plana de arena y piedras.
- Tardaremos tres horas más o menos en poner la tienda de campaña en pie y trasladar todas las cosas. Creo que sobará espacio para poner las camas hinchables. Después nos pondremos a cenar y como estamos muy cansados y los trajes pesan mucho, nos iremos a dormir.
- Vale, pero no nos podemos quitar los trajes porque no se ve ninguna señal de vida ni ningún planeta. Absolutamente nada, es todo marrón y gris.
Nos quedamos dormidos tan solo una hora cuando escuchamos como si alguien estuviese caminando alrededor de nuestra tienda, incluso notábamos como la estaban tocando. Son las seis en nuestro reloj, la verdad es que estábamos muy asustados. Decimos esperar unos minutos para ver si nos atacaban o no. Todavía era bastante de día y nos decidimos a salir fuera de la tienda para ver lo que pasaba. Nos sorprendimos muchísimo cuando nos encontramos con un grupo de Aironianos, los habitantes de aquel planeta.
Eran seres un poco más altos que nosotros, no tenían pelo en la cabeza, ni bigote, ni barba. Tenían la piel estirada y clara, eran seres bellos, más que los humanos. Vestían todos casi iguales, con una especie de vestidos o túnicas de colores claros como blanco, azul cielo o beige. A primera vista, para nosotros no fue fácil saber si eran hombres o mujeres, se parecían muchísimo. Nos miraban muy extrañados y nosotros a ellos más aún. No llevaban nada en la cabeza para respirar. Tenían las manos muy finas con los dedos largos y bonitos.
Nos dimos cuenta de que se estaban comunicando entre ellos, pero no hablaban, porque no les oíamos.
- Creo que se comunican leyéndose las mentes unos a otros
- Yo también lo creo, pero no se si nos pueden leer las nuestras, tampoco sabemos si nos entienden cuando hablamos. Lo más importante es intentar comunicarnos con ellos. Lo primero es decirles que si podemos respirar nosotros también sin la necesidad de los trajes.
Cuando íbamos a preguntárselo, antes de intentar decírselo oralmente, nos dijeron mediante señas que sí, sí podíamos quitárnoslos.
Íbamos a quitárnoslos con mucho cuidado y sin desconectar el oxígeno, por si acaso teníamos que volver a ponérnoslos; se podía respirar casi perfectamente. Tardamos unos minutos en habitarnos a aquel aire, pero no fue mal.
Nos dijeron mediante señales, que se entendían perfectamente, que teníamos que seguirlos porque la noche era demasiado fría en el exterior. Ya empezaba a hacer frío e íbamos a coger agua y comida pero entendimos que no hacía falta. Cuando íbamos caminando, unos cuantos metros por la montaña que teníamos detrás, entramos por una puerta.
Todo era asombroso. El aire era puro y limpio. Se podía respirar perfectamente. La iluminación era espectacular, parecía totalmente de día. Lo que destacaba más era la electricidad. Íbamos en cintas transportadoras y todo el tiempo se escuchaba agua, como si cayese de una fuente, y así era, había muchísimas fuentes de agua potable. Tenían ríos y más ríos subterráneos de agua potable, tenían plantaciones que ocupaban miles de hectáreas con todo tipo de frutas, verduras, legumbres y flores. Donde estaban las plantaciones, el techo se abría de día y se cerraba de noche, para que no cogiesen polvo de la arena. De animales solo tenían vacas y estaban más y mejor cuidadas que en la Tierra, pero no se las comían, solo eran para la leche. La temperatura dentro era perfecta. No hacia ni frio ni calor, por eso tenían la ropa tan fresca. La tecnología era mucho más avanzada, al igual que ellos, que eran muy inteligentes.
Nos gustó tanto aquel sitio, que decidimos quedarnos a vivir allí toda la vida, ya que nos podíamos comunicar perfectamente y en la Tierra pensaban que habíamos muerto.
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